jueves, 13 de agosto de 2015

Mercantilización transnacional del Trabajo Social, Por Marcos Chinchilla

Mercantilización transnacional del Trabajo Social
Marcos Chinchilla


El individualismo y el éxito personal, fueron sembrados de manera sutil en aquellas sociedades en las que se impuso el neoliberalismo como filosofía económica; en estas aumentó la pobreza, la exclusión social y unas cuantas personas y corporaciones hicieron clavos de oro con los procesos de privatización de los bienes que socialmente eran de toda la población. Los derechos sociales se convirtieron en una mercancía objeto de compra y venta regulada por la mano invisible -y mal intencionada- del mercado.
Si en algo ha sido tremendamente exitoso el neoliberalismo, es en convertir las relaciones y necesidades sociales en mercancías, a todo se le debe poner un precio: desea estudiar, pague; desea mejorar su salud, pague; necesita tomar agua, pague; requiere de una casa o apartamento, pues pague. Finalmente quedamos endeudados a 20 o más años plazo, y nuestro trabajo y salario terminan enriqueciendo a las empresas de la educación, la cultura, las telecomunicaciones, la construcción o la salud, entre otras. La solidaridad social es un valor social que debe ser enterrado: amenaza la extracción y concentración de plusvalía.

Todo esto como antecedente para referirme a una novedosa tendencia profesional en Trabajo Social: cursos de capacitación en diversos campos del conocimiento y actuación pensable; una breve revisión en redes sociales de Trabajo Social, y de inmediato encuentra uno decenas o centeneras de ofertas de cursos, talleres, capacitaciones y seminarios. Sin lugar a dudas, estos empresarios de la formación ven en nosotras un apetitoso mercado al cual ofrecerle servicios de capacitación; no es más que una forma de lucrar con las necesidades de actualización profesional.

De todas esas ofertas empresariales que pululan en la red, la que más me ha llamado la atención es el denominado Grupo Excellentia, y residenciado en Perú; es una suerte de consultora o empresa que se dedica a la organización de congresos, entre estos de salud, Trabajo Social, responsabilidad social, secretarias, gerencia, recursos humanos, etc.
En materia de Trabajo Social, ha realizado dos “cumbres mundiales”, la primera en Perú (2014) y la segunda en Ecuador (2015). Entendemos que la tercera se proyecta realizarla en Colombia.
 

Al mejor estilo de la globalización neoliberal, el Grupo Excellentia tiene claro la importancia de expandirse por la región y ampliar sus negocios en materia de capacitación y actualización profesional. Negocios son negocios, cada quien está en su derecho de hacerlos; sin embargo, deseo llamar la atención sobre varios aspectos que me preocupan, a saber:

·         Resulta paradójico que la asociación empresarial y legal de 5 o 6 personas de un mismo país, pase a denominarse “Consejo Mundial de Trabajo Social”. La primera pregunta que le salta a uno es sobre la capacidad de representatividad que tendrán a escala planetaria, quién las escogió, a que regiones representan, cada cuánto se reúnen, cuales son los debates académicos que impulsan, cuáles sus referentes teóricos, éticos y metodológicos. En la actualidad, tenemos varios entes regionales y globales que orgánicamente nos representan: en el plano académico está la Asociación Latinoamericana de Enseñanza en Investigación en Trabajo Social -ALAEITS- (incluye al movimiento estudiantil), y la Asociación Mundial de Escuelas de Trabajo Social -IASSW-; en materia gremial está el Comité Latinoamericano y Caribeño de Organizaciones Profesionales de Trabajo Social/Servicio Social -COLACATS- y la Federación Internacional de Trabajadores Sociales (FITS).
·         El Grupo Excellentia ha tenido la audacia de convocar a dos “cumbres mundiales” de Trabajo Social; sin embargo, la revisión de los programas de los eventos hace evidente que en el mismo no hay un debate mundial de Trabajo Social que refleje las grandes tendencias de formación profesional, o los desafíos de intervención profesional. Tuve la grata oportunidad de participar del 33 Congreso Internacional de Escuelas de Trabajo Social realizado por la IASSW en Chile en el año 2006, en aquella oportunidad más de 3000 colegas de todo el planeta participaron del evento, y centeneras -si centeneras- de ponencias se expusieron durante los días de su realización. Ese evento contó con la participación de colegas de la talla de Teresa Matus de Chile o José Pablo Netto de Brasil.
·         La convocatoria a Cumbres Mundiales (ahora si, en mayúscula) son un atributo que tienen pocas organizaciones, fundamentalmente la Organización Mundial de las Naciones Unidas (ONU), o los estados por intermedio de sub agencias de la ONU. Nótese que cuando la IASSW convoca a un evento mundial de Trabajo Social, lo hace desde la denominación de “Congreso Internacional”. El Grupo Excellentia sin tener ese rango internacional, se toma la potestad de convocar a una “cumbre mundial”, sin realmente aclarar que su evento no tiene la estatura de los que convoca la ONU.
·         Desde mi humilde comprensión, resulta sumamente preocupante que una asociación registrada en un determinado país, se arrogue la posibilidad de definir los debates académicos y profesionales del Trabajo Social establecido en otros países. Esto viene a desconocer los históricos procesos de formación académica instaurados desde hace varias décadas, e incluso, niega la legislación nacional que respalda a las organizaciones gremiales de nuestros países. Es tal el avance de la globalización neoliberal, que el Grupo Excellentia se siente con el derecho de expandirse por la región, y no solo organizarnos los congresos de Trabajo Social, sino también decirnos sobre qué deliberar.
·         Pero volviendo nuevamente a la reflexión que abrió este texto, uno de los aspectos que más me preocupa es la forma cómo nuestras necesidades de capacitación y actualización profesional terminan mercantilizándose. La realización de los eventos académicos y profesionales que organizan las unidades académicas y los colegios profesionales de Trabajo Social, funcionan bajo la lógica de cobrar un determinado monto para cubrir los diferentes gastos que implica un evento: pasajes, alojamiento y alimentación de conferencistas; materiales de oficina; alimentación de las personas participantes; divulgación; alquiler de equipos; etc. La rentabilidad económica no se erige como el motivo de la organización, generalmente apenas se cubren los gastos a partir del pago de inscripciones y otros apoyos materiales que se reciben; más bien muchas profesionales y estudiantes se involucran en la organización del evento de manera voluntaria y desinteresada, y dichosamente, aún encontramos uno que otro evento que dice “actividad no arancelada”.

Como lo expresé líneas arriba, no tengo la menor duda que el Grupo Excellentia está en su total derecho de hacer negocios donde quiera hacerlos, a fin de cuentas las fronteras comerciales son cada vez más tenues, y su accionar empresarial está en plena sintonía con una de las máximas de la globalización: instalarse en nuevos mercados y generar ganancias.

Sin embargo, soy de la firme convicción que las organizaciones estudiantiles, las asociaciones gremiales -sean regionales o nacionales- las unidades académicas y las asociaciones de escuelas, debemos reflexionar de manera crítica sobre las implicaciones negativas que tiene la mercantilización transnacional de nuestra profesión, buscando mecanismos que más bien refuercen nuestras identidades y debates nacionales, con la capacidad autónoma -y no intermediada por el capital- de incorporarlas dentro de las ricas diversidades disciplinares y profesionales que se manifiestan en América Latina