sábado, 22 de marzo de 2014

Los invisibles

Alejandra Olvera Muñoz.
Estudiante de 5to semestre de la Lic. En trabajo social del centro universitario UTEG.


Cada año, decenas de miles de hombres, mujeres, niños y niñas atraviesan México sin permiso legal, como migrantes irregulares. Al tratar de este tema nos enfrentamos a la escasez de datos registrados que impiden recopilar información más precisa, este obstáculo se debe a que México no cuenta con un registro de personas entrantes al país y si a esto le súmanos que los migrantes no traen consigo papeles que los identifiquen es imposible saber con precisión alguna estadística.
La gran mayoría se dirige a la frontera estadounidense con la esperanza de una nueva vida lejos de la pobreza que han dejado atrás, su viaje es uno de los más peligrosos del mundo.
México es uno de los pocos países del mundo que es a la vez destino y tránsito para los migrantes, y un punto de partida para la emigración, ya que miles de mexicanos tratan de cruzar la frontera con Estados Unidos en busca, de trabajo. Esto da lugar a complejas consecuencias sociales, económicas, políticas y culturales tanto para México como para los países vecinos.
Las condiciones que empujan a la gente a convertirse en migrantes irregulares son en Centroamérica las mismas que en otras partes del mundo: miseria absoluta, inseguridad, falta de oportunidades y la determinación de arriesgarlo todo por la esperanza de un futuro mejor para ellos y su familia. La realidad para muchos migrantes que hacen su viaje a través de México puede ser devastadora. Subidos a lo alto de trenes de carga (la bestia), muchos enfrentan discriminación, los ataques de traficantes de personas y secuestros de bandas delictivas. Cada año, miles de migrantes sufren de  malos tratos, secuestros o violaciones en su cruce por México.
Cada año, miles de migrantes son secuestrados, amenazados o agredidos por miembros de bandas delictivas. La extorsión y la violencia sexual son generalizadas, y muchos desaparecen o son asesinados. Los migrantes que sufren o presencian abusos disponen de pocas opciones. Pueden optar por no presentar ninguna denuncia y soportar las terribles penalidades para continuar su viaje con la esperanza de una vida mejor en Estados Unidos. O pueden arriesgarse a denunciar los abusos a las autoridades, quienes pueden apoyar o agravar aún más los abusos sufridos. La mayoría de los migrantes que consiguen presentar una denuncia se enfrentan después a un sistema que a menudo no garantiza justicia.
El hecho de que los gobiernos federales y estatales no dejen constancia adecuada de los abusos y no publiquen datos fiables contribuye a este desconocimiento y a la información errónea frecuentemente difundida por los medios de comunicación que retrata a las personas migrantes como la fuente de los delitos, más que como sus víctimas. La discriminación y la intolerancia con que en ocasiones se encuentran los migrantes irregulares puede generar hostilidad y una mayor exclusión.
Existe también la parte humanitaria dentro de este país y me refiero a los ciudadanos que se preocupan por el bienestar de este grupo de personas tan vulnerables a mal tratos. Un ejemplo son las mujeres llamadas “patronas” quienes al paso de la “bestia” arrojan comida, agua e incluso información acerca de los derechos que tienen como migrantes.
Lo ideal sería, garantizar que todos los informes de abusos, independientemente de que su autor sea un agente estatal o no estatal, se investiguen de forma inmediata, imparcial y efectiva, para que los responsables comparezcan ante la justicia y las víctimas reciban reparación; que elaboren mecanismos para que las personas migrantes en tránsito y bajo custodia proporcionen información confidencial sobre abusos sufridos o presenciados y ayuden a identificar a los autores sin correr peligro de represalias; 

También, que “den a conocer y faciliten el acceso a ellos, la existencia de visados humanitarios y programas de protección de testigos para migrantes irregulares que sufran o presencien abusos y cuya vida o seguridad pueda correr peligro”, y que “garanticen el registro y la investigación exhaustiva y efectiva de todas las muertes violentas de migrantes irregulares, con el fin de establecer la identidad de la víctima y la causa de la muerte y, cuando existan pruebas, emprender un proceso penal completo”.
Es triste saber que a pesar de que el gobierno mexicano exige una reforma migratoria en Estados unidos,  México no cuente con una para los migrantes centroamericanos. Porque así como los Mexicanos tienen derechos que deben ser respetados por el simple hecho de ser personas, y que pese a las injusticias que se cometen en contra de los migrantes en su paso por México, exista apoyo casi nulo de las instituciones gubernamentales.




















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