¿Cómo surgió la carrera de
Trabajo Social?, ¿Qué le dio origen? Son los cuestionamientos que sirvieron de
hilo conductor del presente trabajo, en el cual se devela a una excepcional
universitaria, maestra, doctora y trabajadora social: Irene Robledo García,
mujer que ha trasencendido el tiempo y el espacio, dejando un legado de
profesionalismo, amor y servicio a los demás, especialmente al que sufre
necesidad.
El escrito es un sencillo
bosquejo de la génesis de la licenciatura en Trabajo Social, que pretende
ofrecer a docentes, estudiantes, o personas interesadas, un acercamiento a la
principal protagonista de este trozo de la historia académica de nuestra.
Universidad; cabe considerar que la información incluida, apenas queda
enunciada, faltando aun investigar y profundizar en la prehistoria de esta
carrera en nuestro estado.
También permitiría al lector, descubrir
el servicio humano y responsable de este comprometido profesional, cuya tarea
esta inseparablemente unida a la vida y el pensamiento de quién le dio origen:
Irene Robledo García.
Actualmente es la única mujer que
engalana la rotonda de los jaliscienses ilustres, siempre admirada, fundadora
de la carrera en trabajo social, a quien se le conocía como la Srita. Irene,
mujer de carácter, poseedora de una inusitada visión de futuro y virtudes como:
la tenacidad y la feminidad, así lo testimonian maestras y alumnas que
coincidieron con ella, al referir que siempre estaba presentable, vestida con
buen gusto, cuidando los detalles ya bien con flores naturales en su escritorio
o haciendo en torno suyo un ambiente acogedor en el que era la primera
dispuesta a dar algo a los demás, dulces para los niños, un vaso de agua etc.
En una ocasión, hablando con ella
acerca de la situación de la mujer le preguntaron si era feminista a lo que respondió:
“No, yo nunca he luchado en ese
terreno; los hombres tienen su terreno y las mujeres el suyo. Que ellos se
despachen con la cuchara grande… eso es otra cosa. Soy femenina, no feminista”.
En su actuar se conjuntaba, la
fortaleza, el orden y la congruencia de vida, como lo testimonia quien convivio
con ella siendo estudiante y después trabajando codo a codo durante 18 años.
Etienne de Padilla al afirmar:
“vivía y actuaba como pensaba con una congruencia del pensamiento y vida que
pocas veces encontramos”
Dicha congruencia de vida se
manifestaban en una fuerte personalidad, que se entrevé en las palabras que dirigió
en 1973, durante la primera jornada de ideología universitaria, al hacer
referencia al lema de la universidad, en la que expresó las siguientes ideas:
“piensa y trabaja”: piensa, pero
el que piensa sin traducir en hechos lo que está pensando es un demagogo, y la
demagogia, ustedes saben, levanta discursos levanta críticas, pero no realiza
hechos. Trabaja, otro imperativo, traducir en hechos lo que estamos pensando;
no es característica de todos, todos podemos hablar, todos podemos indicar
caminos, todos podemos decir hágase, pero ¿Cuántos podemos llevar a la práctica
lo que estamos diciendo que se haga?
La sencillez era otra virtud que
se percibía en la naturalidad de su actuar en el que no había asomo de
vanagloria ni presunción, aun siendo poseedora de múltiples cualidades y
capacidades, como se aprecia en la siguiente afirmación que hiciera en una
entrevista: “…no tengo la culpa que las cosas que yo inicie pequeñas, se hayan
convertido hoy en grandes obras”.
Fue una mujer de ideales,
acciones, trabajo y compromiso, materializada en su gran capacidad de servicio
el cual fue su principal objetivo en la vida.
En sus preocupaciones estaban
siempre los demás: los niños, la juventud, la familia, los que menos tienen, la
promoción de la educación, la salud y la justicia social.
Su vida comienza en Guadalajara
Jalisco, el 5 de abril de 1890, tercera de una familia de diez hijos cuyos
padres fueron el Lic. Don Constancio Robledo Hernández y Doña Concepción García
Morales.
Siendo muy pequeña, la familia se
trasladó a Tequila, Jalisco, cuando su padre fue nombrado juez en esa
población, donde vivió su infancia y disfrutó de la tranquilidad campirana.
Su inclinación natural por la
enseñanza pronto se hace evidente en los juegos con sus hermanos en los que
ella solía ser la maestra.
En esa época, por la situación
educativa que prevalecía en las poblaciones pequeñas de nuestro país, era común
que los estudiantes sobresalientes se animaran a colaborar como maestros. Así
cuando Irene termina la educación primaria, contando solo con 12 años permanece
en la escuela como maestra auxiliar, y dos años más tarde en 1904, a los 14
años, recibe oficialmente su primer nombramiento como profesora.
En 1905 se traslada a Guadalajara
en compañía de alguno de sus hermanos e ingresa a la escuela secundaria y
normal para señoritas al igual que otras cuatro de sus hermanas; en tanto sus
tres hermanos Luis, Benjamín y Miguel Otón estudiaban abogacía, contador público
y literatura respectivamente.
De esa manera Irene estudia en la
escuela normal del estado y poco después inicia
a dar clases particulares para solventar parte de sus gastos personales,
debido al recién fallecimiento de su
padre. Del que recuerda su especial cuidado por inculcarle la amistad, la
lealtad, la sinceridad y el cariño, valores de los que nunca claudicó.
A los 18 años escribía acerca de su
percepción del trabajo u el sentido que le da éste a la existencia humana: “el
trabajo significa elevación y grandeza: es el más glorioso triunfo del espíritu
sobre la labor ciega e inconsciente de la vida.”
Poco después en 1911, llega a
obtener el título de maestra normalista con la tesis, 2botiquin escolar.”
En 1914, cuando contaba con 24
años, es nombrada directora de una escuela primaria y catedrática de la escuela
normal, en tanto ingreso también a la Universidad de Guadalajara como docente
de la escuela preparatoria para señoritas, labor que desempeñaría durante 64
años en diferentes ámbitos: en la escuela preparatoria y normal mixta, la facultad
de comercio y administración, la de economía, la de odontología y de trabajo
social.
En 1920, al fusionarse la escuela
preparatoria para señoritas y la escuela normal, en una sola institución
recibe, el nombramiento de directora, tarea que desempeño durante 11 años,
impulsando numerosas reformas a los planes de estudio, y a programas.
Como docente, impartió las
materias de Metodología, física, sociología, español, nociones cívicas,
principios de ética y metodología de la enseñanza, a través de las cuales
motivaba siempre a los estudiantes a participar activamente en labores sociales
y en organizaciones de apoyo a la comunidad.
El mismo año impulso la formación
de la primera confederación de estudiantes de Jalisco y estableció una escuela nocturna
para trabajadores, a la que asistían boleros, mandaderos, papeleros y niños que
trabajaban en la fábrica de vidrio
Ávalos.
En unión con otras autoridades, estableció
los desayunos escolares para niños de las zonas marginadas, siendo la principal
promotora para que se incluyera una ración de granos o cereales, con el objeto
de hacerlos más nutritivos.
Como directora de la escuela
normal, instituyo una cooperativa escolar en la que se vendían acciones (no más
de seis) a los alumnos con un costo de cincuenta centavos; así se beneficiaba a
los estudiantes, con recursos económicos que les permitían adquirir sus libros
y útiles escolares. Posteriormente también se incluyeron alimentos.
Dicho proyecto más tarde se denominó
cooperativa escolar cuyos resultados dieron lugar a que en un congreso nacional
educativo, emanara la disposición de reglamentar la creación de cooperativas
escolares a nivel nacional.
Colaboro como maestra en la
universidad obrera popular de Jalisco, (1921-1922) dando clases de matemáticas
en turno nocturno destacando su esencial simpatía por el movimiento obrero.
Así mismo participo activamente
en el círculo feminista de occidente “María A. Díaz”, enseñando a leer y
escribir a los más pobres. A su vez que en los grupos que dirigía
don Heliodoro Hernández Loza promovió el mejoramiento de los obreros, en el
respeto a la jornada de ocho horas, el pago de un salario mínimo justo y su
acceso a centros educativos con actividades deportivas, culturales y recreativas
a fin de promover una mayor calidad de vida de los trabajadores y sus familias.
Por entonces ya gozaba de un gran
prestigio en el ámbito educativo por lo
cual era respetada y tomada en cuenta por las autoridades del gobierno del
estado y del sector educativo.
Formo parte del grupo de
intelectuales convocados por el Lic. Guadalupe Zuno Hernández, Gobernador del
estado, a fin de apoyar la reapertura de la Universidad de Guadalajara en 1925,
participando activamente en su organización con el propósito de “poner la
cultura al alcance del pueblo sin ningún sectarismo.”
Tuvo especial interés junto con
Enrique Díaz de León en la creación del Instituto Politécnico, como un servicio
más de la Universidad, que promoviera la formación y capacitación de obreros,
campesinos y empleados que desearan estudiar una carrera técnica.
Realizo todas las gestiones para
separar a la escuela normal de la universidad, con el objetivo de delimitar
claramente las responsabilidades y la injerencia de cada una de estas
instituciones.
Fundo la primer escuela
secundaria nocturna, como una respuesta a solucionar las dificultades que
tuvieron las alumnas de la escuela normal, al separase de la universidad; más
tarde se convertiría en la primera secundaria por Cooperación.
Por su gran interés por la
medicina, en 1930 viaja a Estados Unidos e inicia sus estudios en homeopatía y más
tarde odontología cuyo título de cirujano dentista lo recibió en 1936,
ejerciéndolo por 20 años en la secretaria de salud de Guadalajara, con la gente
más desprotegida.
Por el año de 1943, becada por la
asociación cristiana femenina estudio en la ciudad de México, la carrera de
Trabajo Social, en el área infantil del hospital del niño. Más tarde recibe
otra beca para continuar los estudios de Trabajo Social en la Universidad de
Denver cursando cuatro trimestres en el verano, ya que alternaba los estudios y
el trabajo.
Su dominio del inglés y el
francés, le permitieron tener una basta cultura y participar en congresos
internacionales el de Beirut y Londres, así también representar a la
Universidad de Guadalajara ante la UNESCO.
En 1948 establece en la
asociación cristina femenina, una primera escuela de trabajo social, que no
llega a consolidarse por falta de reconocimiento oficial; sin embargo impulsa
una amplísima labor social con actividades de promoción de la mujer, la
instalación de la primera casa-hogar para los hijos de las madres trabajadoras,
una escuela de verano con cursos de diversa índole, campamentos, atención a
ancianos y clubes.
Debido a que Irene Robledo estuvo
siempre actuando en los primeros planos del escenario educativo jalisciense,
después de elaborar el proyecto de la fundación de la escuela de trabajo
social, pudo realizar las gestiones necesarias presentarlo a la universidad de Guadalajara,
justificando ampliamente la necesidad de este profesional en la sociedad.
Así después de insistir un gran
tesón, en 1950 sus esfuerzos encontraron respuesta, el entonces rector Jorge
Matute Remus, hombre de reconocida sensibilidad, amplia cultura y sentido
humano, aprobó la creación de un departamento de trabajo social para la
Universidad de Guadalajara, siendo fundadora y primer directora. La Dra. Irene
Robledo García.
3 años después un 3 de marzo de
1953, por decreto firmado por el gobernador González Gallo, inician las
primeras cátedras de la escuela de trabajo social de la universidad de
Guadalajara.
La misma Dra. Irene Robledo
cuenta como se había fraguado en su interior la fundación de la escuela de
trabajo social.
“platica que la escuela normal tenía
un anexo, para el cual necesitaba una puerta o cancel, el cual le permitieron
tomarlo de lo que quedaba de la antigua cárcel de Escobedo.
Se derrumbada la cárcel de
Escobedo y se terminaba la construcción de la que hoy se derrumba-Penal de
Oblatos- solicitamos un cancel, no los concedieron. Fui a buscarlo, empezamos a
recorrer aquel edificio destruido por completo, pero con un fuerte olor a
humanidad, la humanidad que había guardado por tantos años.
Recorrimos las crujías, llegamos
a la cruhia de sentenciados, en esa crujía estaba escrito todo el dolor humano;
aquellas paredes lista a desaparecer tenían letreros, algunos de ellos eran una
evocación, otros una oración, otros un grito de venganza: caricaturas
sobrepuestas una sobre otras, formaban una procesión interminable, de caras
dolidas, de caras hambrientas, de caras llenas de esperanzas.
Me dice el ingeniero que me
acompañaba… pero, ¿Qué ve usted aquí?, ¿Qué le atrae?... le dije: mire usted,
aquí encontramos todas las ramas del dolor humano, absolutamente todo, fíjese
usted: paredes de decían cosas, dibujos que tenían mil formas.
Seguíamos caminando y casi a la
salida, escogí el cancel: de pronto se escuchó un grito, una serie de gritos.
Me dije y le pregunte al ingeniero, ¿todavía hay supervivientes aquí?, si me
dice, en ese rincón hay un grupo de chiquillos, y están las mujeres que están
haciendo las tortillas para los procesos de oblatos.
Los chicos empezaron a gritar:
¡señora venga!, ¡señora venga! Me acerque a ellos, empezaron a acusar se unos a
otros: ¡este se robó un pan!, ¡este se robó un dulce!, ¡éste hirió un
compañero!, otro-el, as chiquillo –dice ¡yo no estoy preso, estoy aquí porque
mi madre está presa, ella mato a mi padre!
Aquella expresión, aquellos
niños, considerados como criminales a tan temprana edad, víctimas de sociedad,
me conmovieron profundamente, y a su grito de ¡venga señora y vuelva señor!,
les dije: ¡yo estaré aquí con ustedes!
A la salida me dijo el ingeniero:
¿Qué es la ley?, ¿Qué es la justicia?, ¿Qué son los jueces?, ¿Qué es la
humanidad?, ¿Qué es el crimen? o ¿Qué nada más la cárcel ha de ser la única
para poder redimir al hombre?, ¿no habrá otro camino?, ¿no habrá otro medio más
humano, más científico para poder ayudar?
Desde este momento, el grito de
aquellos niños me puso a estudiar, me puso a buscar, hasta encontrar un lema
para aquellos niños, “por una humanidad más humana”.
Así este hecho aparentemente
intrascendente, fue el detonante para trabajar en el inicio de la escuela de
trabajo social.
En la vida de la Dra. Irene
Robledo, la creación de la escuela de trabajo social viene a ser la cúspide de
su obra, en ella vio cristalizados sus grandes anhelos; que la teoría incidiera
en la realidad, el pensar y el querer en servicio de los demás. Para muchos fue
su obra más acabada donde se conjugaban la enseñanza, el saber y el servicio en
pro del humanismo que le da sentido a la profesión de trabajo social.
Entre los rasgos más característicos de su personalidad se pueden enumerar: la
vocación de servicio, su sentido común y capacidad de poner en práctica sus
conocimientos así como el entusiasmo e iniciativa que solía tener en su
trabajo; todo ello se evidencia en las múltiples instituciones que inicio.
Quienes la conocieron la
describen como una mujer con sentido del humor, inteligente, generosa, clara en
sus objetivos y en la manera de lograrlos, de carácter fuerte, Tañon J. la
califica como poseedora de “la sabiduría de pensar en grande desde lo pequeño,
y poder al estado al servicio de la gente sin poder”.
Una de sus principales tareas fue
la de preservar la conciencia de grupo, se empeñaba en conformar equipos de
trabajo en los que reinara la integración y la solidaridad, lo cual se llevó a
la fundación de la asociación de trabajadores sociales universitarios de
Guadalajara, con una especial preocupación de apoyar a las jóvenes
generaciones.
Más tarde respaldo de forma
económica y mora, la creación del colegio de trabajadores sociales
universitarios de Jalisco, a, c. toda su vida se dedicó intensamente, al
estudio, a la enseñanza y al servicio a los demás; modesta por naturaleza, le
desagradaba hablar de sí misma, se empeñaba en pensar oculta, en alguna ocasión
haciendo referencia a su vida expresó: “…se supone que nací y me la he pasado
trabajando toda la vida. Es penoso decir yo hice, o yo quise hacer…”
En septiembre de 1978, después de
64 años de labor académica intensa e ininterrumpida en la Universidad de
Guadalajara, presenta su renuncia como directora de la escuela de trabajo
social.
La vida de esta insigne mujer, se
desenvolvió en una época en la que como ella misma afirma: se hacia la guerra a
las mujeres en todos los sentido. Quizá eso contribuyó a fortalecer su
personalidad que en múltiples ocasiones pudo haber perecido dura, egoísta, dogmática,
o extremadamente directiva.
Así después de ejercer la
fructífera labor de la enseñanza, en favor de la educación en Jalisco, se
retira.
Paso los últimos años de su vida
en familia, al lado de sus hermanos y parientes. Como en su juventud seguía de
cerca los acontecimientos políticos y sociales del país, con una actitud crítica,
leía diariamente dos periódicos locales y uno nacional, habito que le acompaño
hasta el final de sus días, cuyo fallecimiento llegó un 8 de agosto de 1988 en
Guadalajara.
Irene Robledo García mujer
inquieta y fecunda, con su gran visión de futuro dejo para todos los
jaliscienses una rica herencia de la universidad de Guadalajara: un ejemplo
insigne de rectitud, servicio, honestidad, responsabilidad, humanismo y una preclara
ideología social.
Se le ha considerado bastión de
la educación y pilar en el desarrollo del trabajo social en Jalisco. De ahí que
en 1972 recibe el doctorado honoris causa, como fundadora de la universidad de
Guadalajara. Su obra constituye una lección de amor a la humanidad y su memoria
ha de perdurar en las actuales y futuras generaciones de trabajadores sociales.
La carrera de trabajo social en
el periodo de 1953 a 1972, fue considerada una carrera técnica; a partir de ese
año, pasa a ser una carrera con el grado de licenciatura. Según refiere la Dra.
Irene, el primer grupo de licenciadas fue alrededor de treinta.
Actualmente egresan de la
universidad de Guadalajara un promedio de 180 licenciados de trabajo social.
La licenciatura en trabajo social
recibió el pasado marzo 2004 la acreditación, reconocimiento público que otorga
ACCECISO, (Asociación para la acreditación y certificación en ciencias
sociales, A, C), en el sentido de que cumple con criterios, indicadores y
parámetros de calidad en su estructura, organización, funcionamiento, insumos,
procesos de enseñanza, servicios y resultados; considerando también la
pertinencia social de sus programas Por parte de en septiembre del
mismo año, recibió la certificación llevada a cabo por las CIEES,
interinstitucionales de evaluación de la educación superior, el cual otorgo el
nivel 1 a la licenciatura en trabajo social, distinguiéndola como una
institución de calidad en el más alto rango, ahora les corresponde a la
comunidad educativa de autoridades, docentes y estudiantes seguir trabajando
por mantener y acrecentar la calidad; en tanto a los egresados ganar un mayor
reconocimiento con sus ejercicio profesional.
Dorantes González A. et al.
“Irene Robledo García”. Universidad de Guadalajara y el Instituto Nacional de
Antropología e Historia. 1995.
Etienne de Padilla Patricia
María. “vida y obra de la Dra. Irene Robledo García. Testimonios del siglo XX”,
Instituto cultural Ignacio Dávila Garibi, A, C. Auspiciado por la cámara
nacional de comercio de Guadalajara. 1983.
Hernández Barbosa. et al. “Irene
Robledo García. Datos biográficos”. Recopilación del gobierno del estado de
Jalisco, 1990.
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